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Fuente: AGORA TOP GAN

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Fecha: 8 de Enero de 2024

Desde la autorización, en el año 2017,  del uso de las harinas de insecto en la acuicultura (Reglamento (UE) 2017/893), el número de estudios científico-técnicos evaluando su inclusión en dietas para acuicultura ha crecido notablemente.

De entre las siete especies de insectos autorizadas, los más estudiados son el gusano de la harina (Tenebrio molitor) y la mosca soldado negra (Hermetia illucens), probablemente como consecuencia de ser los más cultivados y poderse encontrar fácilmente en el mercado.

El interés de su uso en acuicultura, ha sido y sigue siendo como fuente de proteína animal, para poder ser utilizado como alternativa a la harina de pescado. Y de hecho la mayoría de los estudios se focalizan en poner en valor el porcentaje de sustitución que se puede llegar a alcanzar.

Si bien es cierto que su precio de venta sigue estando lejos de ser competitivo con respecto a la harina de pescado, se trata de una fuente de proteína con gran potencial cuya inclusión va a depender de la especie en la que se introduzca, es decir del valor del producto frente al coste de la dieta. Citar que su inclusión ya está empezando a ser una realidad en dietas para determinadas especies, como es el caso de los langostinos.

Se trata de una materia prima que requiere de un recorrido y evolución, algo similar a lo que pasó hace años con la introducción de componentes vegetales en dietas para acuicultura, siendo que la mayoría de las especies cultivadas son carnívoras. A día de hoy podemos encontrar dietas comerciales que contienen entre un 30-40% de materias primas vegetales.

La harina de insecto requiere también de su propia evolución con la diferencia de que se trata de una fuente de proteína animal, con un mayor contenido en proteína por kg, y con un buen perfil de aminoácidos tanto esenciales como no esenciales, por tanto, podría ser la candidata a convertirse en la principal fuente de proteína en dietas para acuicultura.

En los primeros estudios la inclusión se ha hecho incluyendo la harina de insecto entera, es decir no solo aportando proteína sino también grasa. Este componente se encuentra entre un 20-30 % (dependiendo de la especie), es por un lado un factor limitante en las formulaciones, en cuanto a nivel de inclusión, y por otro su aporte graso afecta a la composición final de los filetes de pescado, afectando a su contenido en omega-3.

Cada vez más se están utilizando harinas de insecto parcialmente desengrasadas, permitiendo un mayor nivel de inclusión y mejorando el perfil de ácidos grasos de los filetes.

Se ha puesto el enfoque en su contenido en proteína y grasa, pero se ha prestado menor atención a otros componentes con un gran potencial con propiedades bioactivas como son la quitina, péptidos antimicrobianos y ácido láurico. La mayor o menor proporción de estos compuestos dependerá tanto de la especie como del estadio del insecto.

El uso de cualquiera de ellos como antimicrobianos naturales ha sido ampliamente estudiado en diferentes áreas, y diversos estudios han otorgado las propiedades beneficiosas de las harinas de insecto a estos compuestos, pero requiere de estudios más en profundidad para poder otorgarle un valor real, y valorizar así el uso de harinas de insecto no solo como fuente de proteína, sino como un ingrediente funcional.